En el contexto de la astrobiología, una forma de detectar posible vida extraterreste en otros planetas o lunas es analizando sus atmósferas. Se estudian muchos compuestos químicos y sus reacciones, para identificar cuáles moléculas solo se pueden explicar con actividad biológica, y luego se intenta encontrarlas en mediciones espectrales de las atmósferas.
Una de estas moléculas es el fosfano PH3, gas que es catalogado como biosignature, es decir, este gas es muy difícil de producir en cantidades considerables y solo se logra en laboratorios, gigantes gaseosos o como consecuencia de actividad biológica de organismos anaeróbicos (que viven en ambientes sin oxigeno).
Para detectarlo, se observa la luz del Sol que atraviesa la atmósfera y se miran las líneas de absorción para buscar identificar los gases presentes.
De hace tiempo se especula que algunas partes de la atmósfera de Venus tienen condiciones en las cuales podría existir vida, y dado que la densidad de oxigeno es muy baja, el fosfano parece un gran candidato a detectar si es que hay vida.
El 2016, la profesora Jane Greaves (Cardiff University) empezó un proyecto para medir la presencia de fosfano en Venus. En un principio, usando observaciones del James Clerk Maxwell Telescope en Hawaii, se detecto fosfano pero sin mucha precisión. Para mejorar, consiguieron horas de observación en Atacama Large Milimiter/Submilimiter Array (ALMA) en Chile y ahí la evidencia fue clara: hay fosfano en Venus.
No solo encontraron fosfano, sino que lo encontraron en grandes cantidades y en las zonas de la atmósfera en donde se especula que puede existir vida por sus condiciones particulares.
Las únicas explicaciones posibles son un proceso químico desconocido o vida extraterrestre.
Con estos datos se empieza a especular o caracterizar como podría ser el ciclo de vida de estos seres que viven en Venus.
Vivirían en una zona mediana de la atmósfera en donde la presión y temperaturas son similares a la Tierra, flotando o dentro de pequeñas gotas de acido sulfúrico con agua.
Estos organismos también tendrían que se capaces de hacer fotosíntesis para tener la energía suficiente para sus procesos moleculares, lo que coincide con observaciones de manchas oscuras en Venus.
Sondas espaciales han detectado partículas de tamaño comparable a bacterias y de forma irregular que podrían ser estos seres.
Todo lo anterior es pura especulación, que sirve para afinar la puntería para mirar con mayor precisión. No se podrá confirmar la existencia de vida en Venus hasta que vayamos allá y tomemos la evidencia en el mismo lugar.
La nueva carrera espacial para descubrir vida extraterrestre ya empezó, una empresa neozelandesa RocketLab busca enviar una sonda de 3 Kg a la atmósfera de Venus para el 2023, quizás no sean ni los únicos ni los primeros.