¿Es válido usar la biotecnología para ganar?
El fin de semana vi en maratón Gambito de Dama (Netflix). La verdad, sólo me interesó porque actúa Anya Taylor-Joy, a quien sigo desde la película Split (¿no la habías asociado aún? Anya es la joven sobreviviente de Patricia, Hedwig y La Bestia). Desde el primer capítulo me atrapó la serie y me sorprendió que mostraran a Beth —la jugadora de ajedrez dependiente de los tranquilizantes— más como una drogadicta que como una tramposa. Porque las pastillas que tomaba desde niña deben considerarse dopaje… ¿o no?
Esta pregunta es importante porque tendemos a imitar lo que vemos en pantalla. La cantidad de búsquedas de la palabra "ajedrez" se duplicó desde que se estrenó la serie y cada día se inscriben más personas en la principal página del juego (chess.com).
Las mejoras biotecnológicas
Cuando pensamos en pastillas no las asociamos a “mejoras biotecnológicas”. ¿Por qué? Porque biotecnológico suena a robot y pastilla suena a paracetamol —o cualquier remedio típico—. Pero sí lo son: toman nuestras características biológicas y usan tecnología para un mejor resultado como aumentar la inteligencia (mejora cognitiva), reconstruir partes del cuerpo perdidas (mejora física) o hacernos personas más empáticas (mejora moral).
Aquellas mejoras se aplican en muchos aspectos de nuestra vida. Una de las más problemáticas es el deporte, porque se puede acusar al atleta de actitud anti competitiva y que tiene mejores resultados sin tanto esfuerzo por las pastillas.
Basta recordar la polémica de Maradona en el mundial del 1994, al ciclista Lance Armstrong en 2013 o el problema de la Federación Rusa de Atletismo en 2015. En los tres casos, la mejora fue un fármaco. Y no es la única forma de mejora. Las prótesis son comunes y más permitidas, aunque no están libres de escándalo.
Terapias o aumentos
Dos conceptos definen el objetivo de una mejora. Cuando se busca corregir un problema se llama terapia y cuando quiere alcanzar un nivel sobrenatural se llama aumento (enhancement). Fármacos y prótesis pueden ser terapias o aumentos.
Castigamos los casos de Maradona, Armstrong y los rusos porque asumimos que están usando las mejoras como aumento: les permitieron alcanzar niveles mayores a sus capacidades. Como ganaron “con trampa”, fueron suspendidos; incluso a Armstrong le quitaron los 7 triunfos en el Tour de Francia y le prohibieron volver a competir en bicicleta.
Las prótesis tienen un tratamiento especial, porque antes se usaban sólo como terapia y en el deporte eran consideradas una desventaja frente a órganos naturales. Por ejemplo, quienes las usan deben competir en categorías especiales (paralímpicas). Pero la ciencia avanza y se van creando dispositivos que superan al humano, lo que hace más difícil su clasificación.
¿Es correcto su uso en el deporte?
Hasta ahora, se permiten sólo para las mejoras terapéuticas. Y en casos muy particulares.
En general se asume que los medicamentos son un aumento, por lo que la Agencia Mundial Antidopaje (WADA) prohíbe algunos. Ellos tienen un código global que concilia las regulaciones de todos los países para que ninguno pueda tomar ventaja y dopar a sus competidores. Así también lo tiene la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), con su propia lista negra de fármacos.
Pero las prohibiciones van cambiando con el tiempo. Por ejemplo, en 2016 agregaron una nueva droga a la lista del tenis, que tomó desprevenidos a varios deportistas. Sharapova la tomaba desde que comenzó su carrera y su doping positivo le costó una suspensión de 15 meses, como también quiebres comerciales con Nike y Porsche.
Y con las prótesis la decisión es más complicada. Casos interesantes son los de Oscar Pistorius y Blake Leeper, corredores paralímpicos que tienen prótesis en sus piernas. Ambos quisieron participar en categorías de corredores con piernas naturales, pero sólo a Pistorius se lo permitieron. A Leeper se lo negaron porque sus prótesis están a más altura, lo que le da una ventaja mecánica importante.
Incluso en 2016 se creó Cybathlon, un evento deportivo basado en tecnología (Cybathlon). En ella, empresas innovadoras compiten en distintos deportes implantando dispositivos robóticos en los participantes. Contraria a la lógica olímpica, importa más la parte biónica que las cualidades del atleta porque su foco es fomentar la tecnología para mejorar la calidad de vida de las personas en situación de discapacidad.
Pero ¿Beth hizo trampa?
Pensemos: ¿necesitaba consumir pastillas porque tenía problemas de ansiedad/deficit de atención o lo hacía porque le daba ventaja imaginar tableros gigantes en el techo?
Es probable que no las necesitara. Entonces sí fue trampa. Me parece curioso que no se mencione en toda la serie. Si su personaje existiera en el 2020, la FIDE le prohibiría jugar para siempre.
En muchos casos, estas preguntas son difícil de responder. Es complicado reconocer el nivel “normal” de las capacidades físicas humanas porque evolucionan muy rápido. Quien corrió la primera maratón murió de fatiga al terminarla y ahora el récord es menor a dos horas... ¡imagina hasta dónde podríamos llegar en el futuro!
Además, no sólo se compite en el deporte. Otro ambiente tan competitivo como las olimpiadas es la academia. Las smart drugs son cada día más populares entre los estudiantes, porque permiten pasar más horas concentrados y con atención. En este caso, ¿es trampa usarlas para tener mejores resultados?
Quizás las futuras generaciones compitan solamente en cybathlones y ya no tenga sentido prohibir que la tecnología nos permita ser más rápidos, llegar más alto o ser más fuertes. Sólo el futuro lo dirá.