Cómo lograr 30 horas al día mientras estudias y trabajas
Tiempo es lo que más queremos, pero lo que peor usamos.
(William Penn)
“¿Qué haría si tuviera horas infinitas al día?” Probablemente dedicar más tiempo a mi familia y amigos, hacer cursos de animación digital (siempre ha sido mi sueño, pero no me he dado el tiempo), leer más libros y otras muchas cosas que sólo juntan polvo en mi lista de pendientes.
Me gusta hacerme esta pregunta. Es un buen ejercicio para ver qué estoy priorizando en mi vida y si estoy aprovechando bien mis días.
Tal vez “horas infinitas” es demasiado, puedes hacer el mismo ejercicio más acotado: ¿qué harías tú con solo un par de horas extra al día? Es muy común sentir que tenemos demasiadas cosas que hacer, sin suficientes minutos para lograrlas. Si tuviéramos la oportunidad de ganar un poco de “tiempo extra”, probablemente la tomaríamos.
En mi caso personal, empecé a trabajar part-time mientras estaba en la universidad. Muchas veces sentí la necesidad del giratiempo de Hermione Granger para cumplir con todas mis tareas pendientes.
Como es imposible —hasta ahora— manipular el tiempo, tuve que recurrir a otras herramientas y tips que me ayudaron a combinar estudios y trabajo. Estas actividades sumadas, aparentemente, requerían más horas de las que tiene un día.
Los “sisis”
Chile es el noveno país con la menor tasa de jóvenes estudiantes y trabajadores. La mitad de estas personas, entre 18 y 24 años, trabaja de manera informal.
¿Qué motiva a estos “sisis” (en oposición a los “ninis”)? En lo económico, principalmente cubrir gastos personales, pagar el arancel y ayudar en los gastos del hogar. Por el lado no económico, buscan un mayor desarrollo personal, además de herramientas para enfrentar mejor el futuro profesional.
Solo considerando a los estudiantes de educación superior, uno de cada tres trabaja de manera remunerada. Esta proporción es más grande en institutos profesionales y centros de formación técnica, que en universidades.
Según el estudio, la razón principal para no buscar trabajo del ⅔ restante de estudiantes es por lejos: “no puedo compatibilizar trabajo y estudio” (76%). De la misma manera, los jóvenes que sí logran balancear ambas cosas, consideran como desventajas principales el menor tiempo para estudiar, poco tiempo libre y más estrés.
Lograr este balance, con éxito, es una cosa de tiempo. Y, ¿quién no quiere más tiempo en su día?
30 horas al día
Estudié Ingeniería y tuve el lujo de no necesitar trabajar para pagar mis estudios. Aparte de las ayudantías, no tenía planes de dedicarme a algo remunerado mientras terminaba la carrera.
Había recién terminado cuarto año cuando me llegó un mensaje por LinkedIn que iba a cambiar todos mis planes. Pensaba terminar la universidad más dedicada a los estudios (porque el año anterior lo había dedicado en gran parte a actividades extraprogramáticas), tal vez hacer un magíster y después ser profesora part-time o trabajar en una consultora.
Mis primeros pensamientos fueron: “no puedo, estoy estudiando” y “no puedo, me quedan dos años todavía de ramos, no cacho nada”. Aparte, nunca había escuchado de Fintual en mi vida.
Long story short. Acepté la primera entrevista y teminé muy motivada por la oportunidad. Me ofrecían trabajar part-time para compatibilizarlo con mis estudios y sabía que iba a aprender muchísimo. Después de unas semanas ya tenía la oferta e iba a partir mi primer trabajo con contrato como desarrolladora de software.
¿Cómo iba a agregar dos días de trabajo a la semana, si ya consideraba que no tenía tiempo de sobra? Mientras estaba en las entrevistas, saqué mis cálculos.
Horas simplificadas en una semana (lunes a viernes)
- Ramos de la universidad = 10 hrs x 5 ramos = 50 hrs
- Ayudantía = 4 hrs
- Trabajo = 9 hrs x 2 días = 18 hrs
- Traslados = 2 hrs x 5 días = 10 hrs
- Deporte = 2 hrs x 3 días = 6 hrs
- Dormir = 8 hrs x 5 días = 40 hrs
- Desayuno / Almuerzo / Comida = 3 hrs x 5 días = 15 hrs (incluye el tiempo para levantarme y acostarme)
Total: 143 hrs
143 horas. Si sumaba un poco más de una hora al día para “otros”, como estar con mi familia, pololo, leer o ver películas, llegaba a las 150 horas. Una semana de lunes a viernes tiene “solo” 120 horas.
Como diría cualquier libro de Cálculo ante una solución compleja sin desarrollo: es fácil ver que los días de la semana no me alcanzaban. Para lograr todas esas cosas, necesitaba 30 horas al día. Aún así, acepté el trabajo.
Cómo organizar mejor tu tiempo
Egresé a finales del año pasado, después de cuatro semestres con estudios y trabajo en paralelo. No es imposible, pero hay que organizarse bien.
Al principio fue más difícil. Con el tiempo aprendí muchos tips que me ayudaron a exprimir cada segundo de mi día. Puede que no les sirvan a todos, pero les comparto estas herramientas que no solo aplican a los estudiantes trabajadores, sino que también a cualquier persona que considere que tiene más cosas que hacer, que tiempo en el día.
1. Dividir tu semana
Separa tu tiempo. Define claramente qué días van a ser de trabajo y qué días para clases y tareas de tus estudios. Esto me ayudó a no sentir que debería estar avanzando en proyectos por entregar o una prueba del día siguiente mientras estaba en la oficina.
Trabajar y estudiar es llevar dos tipos de vida, muy diferentes, de forma paralela. Tienes un rol y responsabilidades distintas: eres Peter Parker como estudiante y Spiderman en el trabajo. O Bruce Wayne y Batman.
En el día de pega, te olvidas (en lo posible) que eres un estudiante. En el día de universidad, te olvidas (en lo posible) que estás contratada/o. Esto es imposible si tienes tus horarios mezclados. No es fácil al principio, pero se puede y baja mucho la ansiedad.
A pesar de esta separación, ayuda muchísimo que ambas partes sepan que tienes estas dos vidas; a lo Tony Stark/Iron man. Para mí, fue clave que entendieran que tenía otras responsabilidades y que, por ejemplo, no siempre podía estar pendiente del canal de Slack de Fintual o disponible para reuniones de grupo en la universidad.
2. Out of sight, out of mind
Anota todo. Cada cosa que tengas que hacer, escríbela en algún lado. Pruébalo una semana y te aseguro que vas a sentir la cabeza más despejada, porque ya no se tiene que encargar de recordar qué reunión te toca o qué tarea pendiente tienes.
Personalmente, si no lo anoto, no lo hago. Estas son dos de las herramientas que uso para esto:
Google Calendar
Si tienes una clase, reunión o cumpleaños, Calendar te lo puede recordar por el computador, teléfono, reloj o incluso por la integración con Slack. Basta con revisar tu calendario semanal el domingo anterior y el del mismo día en la mañana, para tener un panorama general.
Pro tip: puedes tener distintos calendarios. Los colores me sirven para separar los eventos de la universidad, trabajo, evaluaciones y otros.
Trello
Adiós a las agendas físicas. Mi agenda es un tablero de Trello y cada pendiente es una tarjeta. Tiene app desktop y mobile, así que si te acuerdas de algo en cualquier momento, puedes anotarlo y olvidarlo hasta que tengas el tiempo para hacerlo.
Puedes organizar el tablero como quieras. A mí me servía separarlo en listas de trabajo, universidad y vida personal, para ver hacia dónde estaba más cargado mi tiempo esa semana.
Pro tip: puedes usar el Power-Up Calendario para ver tus tarjetas organizadas por deadline.
Si haces costumbre “delegar” esta responsabilidad de recordar todo, te aseguro que va a disminuir esa ansiedad de no saber si olvidaste algo. Además, el escribir todo en una lista te puede dar perspectiva, en especial cuando sientes que tienes bastante por hacer.
3. Aprovecha los tiempos muertos
Puedes aprovechar muchos momentos para estrujar el tiempo del día. El metro, las filas de espera o los espacios entre reuniones. Es bueno tener a mano algo específico para hacer cundir esos minutos. Puede ser un libro, un paper para una prueba, una presentación para practicar o cualquier cosa que no necesite de tu concentración al 100% por varios minutos continuos.
Si ese tiempo muerto es muy corto, lo mejor es darse un break. Nuestro cerebro aprovecha esas pausas para recuperar la atención en lo que tienes que hacer después.
4. Elige lo flexible (si puedes)
Obviamente, la carga de estudio y trabajo no se distribuye de manera uniforme a través de las semanas. Esto es especialmente cierto con las tareas de la universidad. Viví muchos días en que lo único que quería era el reloj de Bernardo para parar el tiempo y usar esas valiosas horas congeladas para estudiar más (muy nerd, lo sé).
Si está dentro de tus posibilidades, siempre prefiere compromisos que no tengan un horario fijo. En mi caso, tomé una ayudantía que no necesitaba módulos presenciales y en Fintual siempre me dieron libertad de elegir los días en que trabajaba a la semana (en algunas semanas muy pesadas incluso intercambié días de una a otra).
Lamentablemente, esto es complicado de conseguir en nuestro país. En Chile existe escasa flexibilidad laboral, en contraste a otros países con alta empleabilidad de estudiantes jóvenes, como Holanda (37,8%) y Australia (32,8%). Este es un desincentivo enorme a conseguir un trabajo mientras estudias. Sin embargo, la pandemia ha forzado a las empresas a dar más flexibilidad a sus empleados y es posible que esta forma de trabajo sea cada vez más común, incluso post Covid-19.
Eso sí, hay un riesgo importante asociado a la flexibilidad. Si uno no pone límites o no sabe manejar bien los tiempos de cada tarea, es muy probable que termine dedicando más horas de las que debería a cada cosa. De hecho, es muy común que trabajadores con horarios libres trabajen más horas que las de una jornada completa.
5. No te pongas en último lugar
Este puede ser el punto más difícil: tu bienestar personal tiene que estar sobre el estudio y trabajo. Como estudiantes, diría que estamos acostumbrados a preocuparnos en último lugar de esto. Nos empujamos al máximo, tratando de rendir para cada prueba, trabajo o proyecto y nos vamos desgastando hasta que no nos queda energía. Sumado a fines de semana de carrete, no queda mucho tiempo de descanso.
Este tip es el que definitivamente más me cuesta. Sin embargo, en mi experiencia, si quieres rendir bien en tus estudios y en el trabajo, tienes que preocuparte por ti mismo.
Probablemente has escuchado estas cosas mil veces, pero voy a insistir:
- Duerme 8 horas. “Es imposible”. No lo es, y con la pandemia es incluso más factible. Durante el 2020 me semi obligué a dormir mínimo 7 horas durante la semana (vs. las 4-5 que dormía en mis primeros semestres) y de verdad me di cuenta de cómo mejoró mi capacidad de atención durante el día.
- Bota lo malo. Dedica una hora para deshacerte de todo lo malo del día. Con esto me refiero a encontrar alguna actividad que te despeje: idealmente deporte o meditación.
- Come bien. Necesitas reponer la energía que gastas.
Estos tres puntos son algo que no deberíamos sacrificar. Es fácil decir “no importa, hoy día no entreno”, “no alcanzo a almorzar”, “no pasa nada con unas horas de sueño menos”, “lo hago el fin de semana” o “no puedo ir, tengo que estudiar”. Pero a la larga, esos intercambios pueden perjudicarnos mucho más que unas décimas menos en una prueba.
Por el lado práctico, es poco escalable en el tiempo mantener un ritmo así. Si siempre ponemos en último lugar nuestro bienestar, inevitablemente los efectos en nuestra salud física y mental van a afectar nuestro rendimiento en las tareas que sí estamos priorizando.
A mí me cuesta muchísimo este punto, pero de verdad recomiendo no dejar constantemente de lado las cosas importantes (tu familia, amigos y tu salud) por tareas “urgentes”.
No está todo en la organización
Lograr este balance entre tu vida personal, el estudio y el trabajo es muchísimo más fácil si te motivan las cosas a las que les estás dedicando tu tiempo.
Durante mis últimos semestres de carrera, me encantaba lo que estudiaba y lo que hacía en Fintual. Me hacía sentido, tenía responsabilidades y un increíble equipo. Así, obviamente me daban ganas de dar mi 100% y tratar de ser lo más eficiente posible con cada segundo del día, para que todas estas cosas que me motivaban tuvieran su espacio en mi semana.
Es difícil, pero se puede. Y vale la pena
Gracias a estos tips, sobreviví a esos cuatro semestres de estudio y trabajo. No fue fácil y varias veces me sentí completamente sobrepasada. Sin embargo, aprendí muchísimo y definitivamente me preparó para lanzarme al mundo laboral. Pasé a trabajar full-time en Fintual —ahora es mucho más mainstream que cuando me escribió Pedro por LinkedIn— y me encanta.
Soy bien autoexigente y tenía miedo de que mi rendimiento académico empeorara. Pero al final, me di cuenta que ambas partes de mi vida se complementaban muy bien. El trabajo te ayuda con los ramos y los ramos con el trabajo. Sumado a un esfuerzo consciente de velar por mi propio bienestar (para ser sincera, muchas veces sin éxito), mis notas incluso subieron. El semestre pasado tuve el mejor promedio que he tenido en la carrera.
Sin embargo, estoy muy consciente de la suerte que he tenido. Durante ese tiempo, no tenía responsabilidades económicas importantes ni personas de las que hacerme cargo. Además, he tenido mucho apoyo de mi familia y amigos.
Aunque todavía nos falte para lograr un país en que sea realmente compatible combinar estudios y trabajo para todos los estudiantes, me da esperanzas ver iniciativas que apuntan en esa dirección. Una de estas es la Ley de Jornada Parcial Alternativa para Estudiantes Trabajadores, que permitirá a jóvenes entre 18 y 24 años adaptar el horario de trabajo a las horas de estudio e impedirá que puedan perder su condición de carga en Salud o beneficios sociales, como becas estudiantiles o asignación familiar.
Además, para el mismo rango de edad anterior, y que pertenezcan al 40% más vulnerable de la población, existe el Subsidio al Empleo Joven. Este entrega un ingreso extra para mejorar tu sueldo, y no importa si trabajas de forma dependiente o independiente.
Para cerrar, tal vez estos consejos que escribí no son para ti y vas a necesitar buscar los que se adecuen a tu contexto. ¿Tienes otros tips para organizar tu tiempo? Escríbenos a cartas@fintual.com para que los compartamos.