El callejón de las almas perdidas, la última película de Guillermo del Toro, pregunta: ¿cuál es la diferencia entre los humanos y los monstruos?
Aunque es el primer film del director sin elementos sobrenaturales, la obsesión por lo fantástico continúa. Solo que, esta vez, los monstruos están dentro.
Conocemos a Stanton (Bradley Cooper) cuando quema una casa con un cadáver dentro. Sin tener a dónde ir, huye hasta llegar a un carnaval ambulante: una especie de circo donde se presentan espectáculos dudosos que engañan y entretienen a los espectadores. Desarrolla de forma rápida un talento para “ver el futuro” y, deduciendo elementos a partir de lo que observa, les dice a los clientes lo que quieren escuchar.
Su secreto es ser un maestro lector de la gente: sabe que todos quieren ser descubiertos.
Pero el mismo Stan es incapaz de verse a sí mismo. Escapa de quien es y comienza a sospechar que puede no gustarle lo que encontraría si se hace las preguntas correctas. Cuando el protagonista, al principio ingenuo, decide que el carnaval le queda chico, emprende con los ojos puestos en el estrellato, convirtiéndose en el hombre exitoso que anhelaba ser.
Suspenso psicológico
Y es así como se van desenvolviendo los temas psicológicos que tanto nos llaman la atención hoy. ¿No es la base del psicoanálisis el reconocer que tenemos pulsiones inconscientes que guían nuestros instintos primarios? El monstruo que llevamos dentro, el ello del cual escapamos y que pretendemos ocultarse reprime en función del superyó. La imagen perfecta que construimos socialmente, por definición inalcanzable, puede volverse una obsesión.
El protagonista reniega sus instintos y ocupa toda su energía en mantener una fachada inmaculada que lo desvincula de los fracasos de su historia familiar. Stanton termina en la consulta de una psiquiatra (Cate Blanchett en modo femme fatale) con quien idea un plan corrupto para estafar hombres adinerados.
Al valerse de estética y convenciones del cine negro, El callejón de las almas perdidas escala en complicaciones y asesinatos, todo para ocultar la verdadera naturaleza, aumentando en complejidad y riesgos para un sujeto que está cada vez más atrapado.
El final, sin dar spoilers es una catarsis de todos estos temas: ¿somos monstruos o humanos?
Lo que significa el éxito en pandemia
Adaptada de una película de 1947 —que a su vez estaba basada en una novela del año anterior—, El callejón de las almas perdidas sufrió del fenómeno que viene dañando a toda película no llamada Spider Man: su recaudación en taquilla fue insuficiente.
Recién ha recuperado la mitad de su presupuesto y, en un panorama donde la gente va cada vez menos al cine, el streaming sigue cobrando fuerza y las producciones fuera de los superhéroes no logran ser lucrativas. Surge la pregunta ¿para quién es el hecho de ir al cine hoy en día?
Una producción Hollywoodense con un elenco de nombres reconocidos y dirigida a adultos parece ser un animal en extinción. Y, aunque fue recientemente nominada a Mejor Película en los Óscar y sigue en cines, su futuro es incierto. Si El callejón de las almas perdidas no puede juntar dinero ¿qué esperanza queda para el resto de las películas?
Nota de riesgo: la película es de Guillermo del Toro, que ganó el Óscar recientemente por La Forma del Agua. Con Bradley Cooper, Rooney Mara, Cate Blanchett y Toni Colette.
Parecía ser una apuesta segura, pero parece que las cosas no son tan simples, y quizás sus temáticas psicológica, estética circense y de cine noir, aunque logradas y atractivas, no fueron suficientes para llamar la atención de la audiencia. La calificamos como arriesgada.