Una alfombra gris pegajosa, el olor distintivo a palomitas, candys que no se podían conseguir en ningún otro lugar, televisores reproduciendo algún estreno y pasillos llenos de películas ordenadas por género. Un panorama clásico de quienes fuimos niños en los románticos 90s era ir al Blockbuster, pasar un buen rato eligiendo películas y leyendo sus sinopsis para llevarlas a la casa y luego ir a devolverlas al buzón de la tienda.
Los VHS fueron reemplazados por DVDs y luego el streaming los volvió prescindibles. Ya no había que ir físicamente a una tienda a buscar películas si era más fácil y barato verlas en la casa. Así fue como Blockbuster cayó en bancarrota en 2010 y sus miles de locales esparcidos por todo el mundo fueron cerrando. Hasta que solo quedó uno.
El último Blockbuster del mundo
El último Blockbuster aún en funcionamiento está en Estados Unidos, y aunque suena increíble, opera tal cual lo hacía en nuestros recuerdos. Uno puede ir a rentar DVDs y comprar los mismos dulces en el pasillo de salida. Pero principalmente es un sitio para nostálgicos.
Más que sobrevivir gracias al alquiler de películas, lo hace como punto turístico para aquellos que llegan a Bend, Oregon, localidad con una población de menos de 100.000 habitantes. La tienda es un negocio familiar que sobrevive gracias a la venta de mercancía de Blockbuster, que el matrimonio Tisher mantiene aún en pie.
Muy curioso, pero ¿por qué esto vuelve a ser relevante? El 2020 salió un documental al respecto, The Last Blockbuster, que retrataba este lugar. Es al menos una pieza de trivia que todo millennial apreciaría. Pero ahora Netflix estrenó una comedia ubicada en la versión ficticia de aquel último local.
Blockbuster, ahora una comedia de Netflix
Estrenada la semana pasada, la serie de 10 capítulos fue creada por Vanessa Ramos, que ya había trabajado en series como Superstore y Brooklyn 99. Eso tiene sentido, dado que Blockbuster es otro ejemplo de la workplace comedy, el género de comedias que ocurran en un lugar de trabajo específico y las dinámicas entre sus trabajadores.
Blockbuster sigue a Timmy (Randall Park), un hombre que trabaja en la tienda de video desde los 17 años. Es muy optimista, ama su negocio y eso de alguna forma lo ayuda a no tener que crecer. Fanático de las películas y un poco infantil, nunca ha tenido una relación importante y se aferra a este último Blockbuster –lo único que tiene– cuando le llega la amenaza de que todos los demás están extinguiéndose.
Es ligerita, fácil de ver (o dejar de fondo) y está muy consciente de lo irónico que es el que se exhiba por Netflix. Es más, menciona al streaming en sus primeros minutos como la principal razón por la que se están yendo a quiebra. No hay que olvidar, además, que a principios de los 2000 Blockbuster pudo comprar Netflix por 50 millones de dólares, cuando la plataforma de entretenimiento daba sus primeros pasos. Blockbuster eligió no hacer el negocio y ya todos sabemos cómo terminó la historia.
De lo que es un poco menos consciente es del rol que tuvo la empresa en la caída de básicamente toda su competencia. Blockbuster fue muy criticado en su momento por monopolizar el mercado de alquiler de películas, por lo que ver una serie que los retrata como una pobre y pequeña tienda con corazón y que tiene que hacerle frente a tiempos difíciles es, a lo menos… dejémoslo en irónico también.
La serie ha recibido malas críticas (y la verdad es que buena-buena no es), pero su atractivo va más allá de eso. Habrá quienes la esquiven y bien por ellos. Pero quienes la van a ver ya decidieron que lo harían, sin importar lo que la gente diga. Porque, como Netflix bien sabe, hay pocas cosas tan poderosas como la nostalgia. Y la tienda de videos es la esencia de la nostalgia para varias generaciones. Así que ver esta comedia es una excusa para volver a esos pasillos pegajosos, donde los trabajadores hacen recomendaciones, puedes espiar el gusto de la gente que revisa los estantes y te emocionas de que la película que estabas esperando haya llegado. Para toda esa gente, se recomienda Blockbuster.
Nota de riesgo: así como la empresa, la serie parece venir de otra época. Es un humor medio anticuado, no sé si a propósito o no, muy inocente e inofensivo. Una comedia muy conservadora.