La peor persona del mundo, una oda a la indecisión millennial
La peor persona del mundo es el término con el que probablemente Julie se definiría. La joven noruega cambia de carreras, casas y relaciones sin saber muy bien hacia dónde va o qué es lo que espera de la vida.
En esta comedia romántica del director Joachim Trier seguimos a la protagonista en sus peripecias durante años y terminamos quizás tan confundidos como ella. Es una mirada a la muy estudiada generación millennial, un deambular por episodios que parecen sacados de la vida misma. Una oda a la indecisión.
Julie (Renate Reinsve) es una aplicada estudiante de medicina. Luego, con corte nuevo y pelo rosado, una psicóloga en formación. Después, una fotógrafa amateur que sale con los modelos que la ayudan a practicar. Y luego está con un hombre 15 años mayor en un retiro con los amigos de él y sus ruidosos hijos hablando del futuro de su relación. Todo esto pasa en los primeros minutos de la película y nos da una pincelada de algo que puede ser odioso para las personas mayores o menores que la generación aquí retratada: la gente en sus 20s y 30s no tiene idea de lo que está haciendo.
Por supuesto, todo esto ocurre en Noruega (considerado uno de los mejores lugares para vivir por el World Happiness Report) por lo que las consecuencias de las acciones de Julie no tienen repercusiones terribles. Al contrario, el divagar por las aventuras que la vida ofrece parece una oportunidad casi liberadora, una forma de prolongar la adolescencia hasta dar con aquello que nos llene.
Dividida en 12 capítulos, Julie experimenta con drogas alucinógenas, coquetea con el filo de la infidelidad, conoce gente nueva y luego se aburre de todo y empieza de nuevo. Pero no hay indulgencia, hay exigencias. Julie quiere sentir cosas, vivir y no sentir que el tiempo pasa en vano. Es un sufrimiento que esta generación ha tenido que defender de quienes aseguran que se quejan de llenos
La peor persona del mundo no tiene vergüenza de llevar esta bandera de lucha. La muestra como algo válido, un capricho que no se superó y por ende debe ser algo más importante. Una búsqueda existencial de millones de personas en todo el mundo que parecen no querer contentarse con poco, que cuestionan lo que los rodea y que se decepcionan y desesperan constantemente ante el estado de las cosas y el futuro.
Pero no todo es un baile irresponsable por la fantasía de la juventud. La película también se encarga de dotar de realidad, dolor y nostalgia ciertos momentos que aterrizan la premisa. Pero lo dejo hasta acá porque no te quiero spoilear.
Si leyendo esto asientes en complicidad, entonces entrégate a una película que probablemente te identificará. Si te parece una lata, dale una última oportunidad a este género, que después de Girls, Frances Ha y muchos clones, parece haber dado con algo real. Un sentimiento compartido. El de tener todas las opciones a tu alcance y toda la vida por delante, pero aún sentirte, bueno, como la peor persona del mundo.
Nota de riesgo:
La temática no es particularmente original, pero el tratamiento avanza un paso más adelante. Contada novelísticamente y con momentos de realismo mágico que renuevan la dramedia romántica, podemos decir que es una película moderada.