Rusia tiene la suerte, o quizás la gracia, de tener a los mejores autores de la historia de la literatura: Tolstoi, Chekhov, Dostoievski, Gogol, Nabokov.
- Dentro de los libros favoritos de Putin están Anna Karenina, Guerra y Paz de Tolstoi, Crimen y Castigo y Los hermanos Karamazov de Dostoievski. Por esas obras Putin considera a Rusia como un país con inteligencia superior. Pero si miramos el promedio de coeficiente intelectual por país, Rusia está en la posición 35, por debajo de Canadá, Inglaterra y Estados Unidos, con un promedio de 96.3. (Por si acaso, Chile está en 69, con un promedio de 87.9)
Por otro lado, Rusia tiene fama de censurar libros, como la quema que hizo la Unión Soviética, con un permiso especial de la KGB, de obras que no promovían la conciencia de la clase trabajadora o el ideal de trabajar duro.
Y prohibió libros que hoy son parte de la literatura clásica:
- Doctor Zhivago, El Archipiélago Gulag, Lolita (Lolita estaba escrito en inglés originalmente, pero el mismo Nabokov lo tradujo en Ruso) fueron censuradas
- El 2015 condenó a 300 horas de servicio comunitario al poeta Alexander Byvshev, que había escrito un poema a favor de Ucrania: lo dejó sin poder trabajar como profesor por dos años y le quitó su computador
Por su lado Ucrania tiene un criterio muy amplio para censurar literatura: no solo lo hace con libros que representan el fascismo, la xenofobia, el separatismo y la desinformación, sino también libros que podrían fortalecer la cultura identitaria asociada a Rusia:
- Dos novelas detectivescas ambientadas en la Rusia Zarista, por el autor Boris Akunin, están prohibidas. Aunque el escritor sea un explícito vocero en contra de que se anexara Crimea, no se salvó.
- Los clásicos libros rusos de cuentos de hadas que le encantan a Putin o las historias para niños sobre caballeros que son bogatyrs (un héroe guerrero medieval ruso, parecido al caballero andante) tampoco se salvaron.
Recomendación para leer a Ucrania y Rusia
Henrikas Bliudzius es una librera que nació en Lituania cuando colapsó la Unión Soviética. Es de una familia mitad rusa y se dedica a recomendar y destacar libros de no ficción en una librería inglesa. Algo que se dio cuenta cuando resurgió el conflicto de Rusia y Ucrania es que los ingleses saben muy poco de este país. Por eso decidió hacer una lista de libros para que pudieran conocerlo mejor.
- Sobre la infame catástrofe nuclear en Ucrania recomienda: Voces de Chernobyl por Svetlana Alexievich—Ganadora del premio nobel. Chernobyl por Serhii Plokhy—Ganadora del premio Pushkin del Libro. Manual de sobrevivencia de Kate Brown. Y Medianoche en Chernobyl por Adam Higginbotham; es su favorito por la claridad con la que escribe.
- Sobre Ucrania en la era de la Unión Soviética recomienda Hambruna Roja de Anne Applebaum. Dice que habla de la colectivización forzada de la Unión Soviética: la hambruna, la supresión de memoria, y muestra hoy más que nunca, como ese pasado esculpe el presente.
Marina Tsvietáieva era una poeta de Moscú que escribió un diario de vida cuando sucedió la revolución rusa de 1917. En tiempos de guerra es interesante adentrarse en la mente de una ciudadana de Rusia que en su momento fue víctima de un conflicto armado histórico complejo, que no es tan leído como la Segunda Guerra Mundial (ese tiene el famoso Diario de Ana Frank para entender los procesos mentales en años que parecen pesadillas).
Es bueno recordar que el país que hoy occidente ve como el enemigo que inició la guerra, también ha tenido épocas donde sus ciudadanos fueron víctimas de un horror armado. El diario trata de lo que soñaba, pensaba y escuchaba mientras peregrinaba para buscar cómo sustentarse. Se llama “Diarios de la revolución de 1917” y en La Vanguardia lo clasificaron como “Un rosario de calamidades descritas con extraña belleza. Texto clave para entender la vida bajo el totalitarismo”.
Este es un ejemplo de cómo escribe:
«Dos días y medio ni un bocado, ni un trago. (La garganta cerrada). Los soldados traen los periódicos – en papel rosado. El Kremlin y todos los monumentos han sido volados. El 56.º regimiento. Han sido volados los edificios con los junkers y los oficiales que rehusaron rendirse. 16,000 muertos. En la siguiente estación – ya eran 25,000. Callo. Fumo. Mis compañeros de viaje, uno tras otro, toman los trenes que van de regreso».
Si te gustó este artículo y tienes un comentario o algo para complementarlo, escríbenos a cartas@fintual.com. Publicamos las más destacadas.