Guillermo es un escritor invitado. Es ingeniero comercial de la Universidad de Chile, cofundador y CEO del exchange de criptomonedas Buda.com y mentor de Start-Up Chile.
Anticipar algo no lo hace menos sabroso.
El 2014, cuando decidí dedicarme a Bitcoin, anticipé algunos hitos, como que eventualmente la banca incorporaría a Bitcoin a sus procesos, que los países lo adoptarían como su moneda y que la ola no pararía hasta reemplazar al dólar como el estándar monetario global.
Y ahora que está sucediendo me parece tan especial como si fuera toda una sorpresa. La razón tiene que ver con el cómo. Se están dando los hitos, pero el cómo se están dando es diametralmente distinto a lo que imaginé.
Por ejemplo, no están siendo los bancos tradicionales los que están adoptando la tecnología -todavía-, sino que son empresas de criptomonedas las que están obteniendo licencias bancarias tradicionales. Me gusta más esta modalidad porque los nuevos bancos no acarrearán los vicios históricos de la banca.
Tampoco me imaginé que el Banco Central ruso sería el primero en dejar al dólar como moneda de reserva. Y tan pronto como el 2021.
Finalmente, tampoco imaginé que el primer país en adoptar a Bitcoin como moneda sería El Salvador, y menos que lo haría haciéndolo convivir con su actual moneda, el dólar. Y es que tiene muchísimo sentido. Me explico.
Bitcoin es todavía una mala moneda para quien llega justo a fin de mes. Es cierto que en promedio llegará al 31 con plata de sobra (desde el 2014 a la fecha BTC se ha valorizado 100% al año, en promedio), pero algunos meses no llegarás a la quincena. Cuando tienes ahorros puedes darte ese lujo, pero cuando no los tienes es inaceptable.
Sin embargo, Bitcoin ya es la manera más eficiente que existe para transferir valor económico por internet. Funciona 24/7, es 100% digital, con Lightning Network puedes transferir bitcoins instantáneamente y casi sin costo, y sólo te toca pagar las comisiones por convertir a moneda nacional. Y para una economía cuyo 25% del PIB depende de las remesas internacionales, bajar las comisiones que estas pagan es una movida obvia.
Por eso la estrategia de hacer convivir a bitcoin con el dólar es magistral. Combinas la pseudo-estabilidad del USD con la hiper-transferibilidad de BTC. Permites que tu población pierda menos poder adquisitivo al no tener que usar sistemas de remesas precarios, al mismo tiempo que se pueden volver más ricos sólo por tener una forma de dinero que se valoriza en el tiempo. Así es, mientras las monedas nacionales se devalúan anualmente (por decreto), los bitcoins, al ser escasos, aumentan de valor en la medida que aumenta su demanda.
Si Bitcoin llega a reemplazar al dólar como estándar para pagar y transferir dinero por el globo, los salvadoreños serán muchísimo más ricos sólo por haber sido los primeros en adoptar la tecnología. Muy posiblemente estamos viviendo la mayor transición económica de la historia de la humanidad, y hay algunos que se van a volver ricos sólo por haberlo visto antes.
Pero. Y siempre hay un pero. Esta jugada terminará siendo magistral o desastrosa. No habrá intermedios para Bukele.
El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ya entró a Wikipedia como el primer Presidente en dar el paso, sin embargo todavía no sabemos si quedará como el visionario o el delirante primer Presidente en hacerlo. Resulta que a nivel macro, todavía no queda perfectamente claro que Bitcoin seguirá popularizándose a la tasa que lo ha venido haciendo. Y a nivel micro, existen un montón de obstáculos que desafiarán la adopción exitosa de la criptomoneda. Bitcoin y el dólar son tecnologías sustancialmente diferentes, y para una población con baja bancarización y adopción de Internet, es discutible el beneficio que tendrá bitcoinizar la economía en el cortísimo plazo.
Dicho todo lo anterior, envidio profundamente a los salvadoreños. No hay absolutamente ninguna jugada maestra que a priori sea evidente y carente de riesgo. Esta podría bien ser la mejor jugada económica en la historia de El Salvador, o ser una más de la larga lista de malas ideas. Los países latinos somos pobres porque nos dedicamos a explotar tecnologías y modelos de negocio viejos, saturados, cuando el mundo desarrollado se dedica a explotar nuevas formas de hacer las cosas mientras todavía es posible arbitrarles valor económico. Adoptar Bitcoin antes de que sea evidente es, a mis ojos, evidentemente el camino correcto.
Si los siguientes 10 años de Bitcoin siguen de alguna manera la inercia de los últimos 10 años, El Salvador habrá dictado cátedra, y ojalá nosotros no seamos los que miraron escépticos hasta que, una vez más, decidimos sumarnos tarde.