La figura del denunciante anónimo
En la película The Insider, Russel Crowe interpreta a un bioquímico que trabajaba en una tabacalera. Con la ayuda de Al Pacino, un periodista televisivo, denuncian que en la empresa se agrega un componente innecesario a los cigarros (cumarina) solamente para aumentar la adicción. Eso era ilegal.
La trama se basa en un caso real: Jeffrey Wigand contra Brown and Williamson Tobacco Corporation en 1996. Al ser despedido, Jeffrey rompió el acuerdo de confidencialidad y decidió exponer las malas prácticas de la empresa.
En Chile se aprobó una ley que permite este tipo de denuncias: la Ley de Responsabilidad y Transparencia de los Agentes de Mercado.
El Denunciante Anónimo
La nueva ley se enfoca en dos temas principalmente: mayor transparencia en el mercado y mayores responsabilidades para quienes actúan en él.
Uno de sus componentes trata sobre una nueva figura legal: el denunciante anónimo.
Un denunciante anónimo es alguien que entrega información al regulador (en este caso, la Comisión para el Mercado Financiero o CMF) sobre alguna conducta irregular dentro de la empresa donde trabaja u otra. Por supuesto, la denuncia se debe hacer con respaldo (documentos, grabaciones, correos, etc.).
La CMF está trabajando en una normativa para definir qué información debe entregarse. La propuesta que puso en consulta considera, entre otras cosas, que sea información precisa, real, comprobable y desconocida para la CMF.
No es lo mismo que la delación compensada
Los más conocedores podrán pensar que esto ya existía en Chile bajo el nombre de delación compensada. Pero no es lo mismo. La delación compensada es para quienes están involucrados en el delito, mientras que el denunciante anónimo no puede haber participado en él (ni la víctima).
Además, la delación compensada y el denunciante anónimo se hacen cargo de distintos tipos de delitos. La primera se relaciona a delitos de libre competencia (bajo la Fiscalía Nacional Económica) y el segundo, con delitos financieros (bajo la CMF). Así, muchos tipos de empresas pueden optar a la delación compensada, mientras que solo empresas financieras pueden ser acusadas por un denunciante anónimo.
Pero… ¿por qué alguien se acusaría a sí mismo?
Porque la delación compensada permite la rebaja de condena al colaborar con el regulador para detectar el delito y a sus participantes. El primero que delata no tiene multa monetaria ni otra sanción; el segundo sí tiene sanción, pero menor a la que tendría si no se hubiera delatado.
Además, existe hace 13 años en Chile y ha permitido que se hayan resuelto 6 casos (aquí un resumen breve de ellos). Se enfoca principalmente en casos de competencia y su precursor fue la colusión entre tres farmacias (Farmacia Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand).
El problema es que la delación compensada está diseñada para que denuncien solamente quienes participaron o están participando en el delito. Como son ellos quienes se llevarían la multa o sanción, tienen el incentivo a bajarla.
Otra persona de la empresa que sepa sobre este delito no tiene mucha motivación para acusar a quienes lo están cometiendo. En un mundo ideal, lo acusaría solo porque es lo correcto, pero está poniendo en riesgo su trabajo y podría recibir sanciones o acoso por parte del resto de la empresa. Si no recibe nada por acusar y más encima se pone en riesgo ¿por qué lo haría?
La nueva figura del denunciante anónimo intenta corregir esos problemas.
Primero, asegura anonimidad a quien denuncia. La CMF se hará cargo de proteger su identidad, para que la empresa no se entere de quién está acusando.
Además, se le paga al denunciante por acusar: si se comprueba el delito, puede recibir entre un 10% y 30% de la multa que pagarán las personas infractoras con un tope de 25 mil UF (unos $750 millones).
Los delitos que sean denunciados deben ser aquellos regulados por la CMF. ¿Y cuáles son? Principalmente, uso de información privilegiada y manipulación de precios. El uso de información privilegiada se refiere, por ejemplo, a comprar acciones de una empresa sabiendo que en unos días va a anunciar buenas noticias al mercado; si esa información no era pública para todo el mercado, estarías cometiendo un delito.
Por otro lado, la manipulación de mercado se refiere a algún acto que interfiera con el libre y correcto funcionamiento del mercado. Por ejemplo, poner muchas órdenes de compra y venta de una acción a través de muchos intermediarios distintos, las cuales pueden cancelarse entre sí. Eso se crea la ilusión de que hay mucho interés por esa acción en particular, cuando en realidad es una sola persona.
Esta figura existe en muchas partes del mundo
La figura del denunciante anónimo nació después de la crisis subprime en Estados Unidos. Incluso la SEC (la CMF de allá) tiene una oficina especial para recibirlos: la Office of the Whistleblowers (whistleblower es el nombre en inglés de denunciante anónimo). En Estados Unidos se pagó la compensación por denuncia anónima más grande de la historia: 114 millones de dólares (unos $79,5 mil millones).
El espíritu es el siguiente: se podrían frenar delitos mucho antes de que sean masivos. Por ejemplo, la crisis subprime podría haber tenido menor impacto si algún analista hubiese dado la voz de alerta antes. Pero es difícil hacerlo si quienes toman las decisiones son los dueños o gerentes. No son los analistas quienes debieran pelear para que la ley se cumpla; es el regulador. Pero como el regulador no accede fácilmente a esa información, un denunciante anónimo protegido puede entregarla y permitir que peleen entre grandes.
Otros países también tienen esta figura. Las diferencias entre ellos radican en dos cosas: que se pague una parte de la multa al denunciante (como ahora en Chile) y el tipo de empleados a quienes se protegen (públicos y/o privados).
Este mapa muestra en verde todos los países que tienen algún tipo de ley de protección a denunciantes. Los marcados en verde oscuro tienen leyes especiales para su protección y los marcados en verde claro tienen normativas que de alguna forma los protegen.
¿Y por qué es necesaria?
Es deseable que el mercado sea más transparente: que los fumadores de Estados Unidos en los ‘90 supieran cuáles eran los componentes de sus cigarrillos. Quizás los hubiesen comprado igual, pero la decisión habría sido informada.
También es deseable que quienes participan en el mercado tomen la responsabilidad de sus actos. Tanto para quienes cometieron un delito y decidieron informarlo al regulador, como quienes se dieron cuenta de una conducta irregular en la empresa y quisieron delatarla. Así como lo hizo Jeffrey Wigand.
Si te interesa, esta temática —trabajadores denunciando prácticas ilegales en sus empresas— es bien común en el cine: The Informant (2009) y The Laundromat (2019) son dos buenos ejemplos. Ambas películas retratan casos reales.
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