La cantidad de opciones para invertir es inmensa y puede ser un poco abrumadora. Como bien dice la paradoja de la elección, tenemos una tendencia a estar menos satisfechos con nuestra decisión cuando tenemos demasiadas opciones para elegir.
En esa confusión muchas veces nos preocupamos más del cómo y en qué invertir que en el para qué invertir. Y este último es muchísimo más importante.
Invertir para irse de vacaciones en seis meses es muy distinto que ahorrar para la jubilación: para lo primero el ideal es hacerlo en instrumentos poco riesgosos y fáciles de rescatar, mientras que el segundo objetivo puede aguantar más riesgo porque lo usarás en muchos años más.
Existen diferentes formas de invertir. Ya habrás escuchado den acciones, bonos, fondos mutuos o APV, monedas extranjeras como dólares e incluso en criptomonedas.
Preguntas y respuestas antes de invertir
Antes de hacerte esta broma fome, mejor reflexionemos sobre tu plan de inversión.
Qué es eso? Una forma de organizar la plata que tienes, cuánto puedes invertir periódicamente (mensual, semestral, anual, etc.) y qué quieres lograr con esa inversión. Quizás es comprar una casa en 10 años o tener un colchón de ahorro disponible si se te echa a perder el lavaplatos.
Para delinearlo, responde las siguientes preguntas:
¿Cuánta plata puedes ahorrar y cada cuánto tiempo?
Antes de ponerte a invertir, primero es importante revisar tus finanzas.
Te puede servir un artículo que escribimos sobre cómo organizar tus finanzas personales dedicándole solo dos horas al mes.
Teniendo eso claro, podrás saber realistamente cuánta de tu plata disponible puedes destinar a inversión.
¿Cuál es tu objetivo de inversión? ¿Tienes más de uno?
Como te decía antes, es muy diferente ahorrar para vacaciones, comprar una casa o la jubilación. Los plazos son súper distintos, por lo que deberías probablemente elegir un riesgo distinto para cada una de esas inversiones.
Mientras mayor sea el tiempo que puedas dejar la plata invertida, mayor será el riesgo que puedes asumir. Esto, porque puedes aguantar las caídas de corto plazo y a largo plazo tendrás un mayor retorno. El activo financiero en el que inviertas determinará el riesgo.
Si tienes distintos objetivos de inversión, es mejor abordar cada uno de forma independiente.
¿Sabes algo sobre inversiones?
Cuánto sabes de inversiones también te ayudará a elegir en qué quieres invertir: mientras menos sepas, probablemente más ayuda vas a necesitar. Y más conservador deberías ser en tus inversiones.
¿Cuánto tiempo quieres dedicarle a la administración de esa inversión?
Dentro de las estrategias de inversión, hay dos más conocidas: la estrategia activa y la pasiva.
En la activa, intentas adivinar a qué activos financieros les irá mejor y apuestas por ellos. Por ejemplo, si crees que los dólares van a subir de precio en el futuro, compras dólares «baratos» (al precio de hoy) esperando venderlos cuando estén más caros.
En la pasiva, «sigues al mercado». Eso significa que eliges un índice de mercado, como el IPSA, y te mantienes invirtiendo en él, sin importar si consideras que a alguno de sus componentes le irá mejor o peor. Esta estrategia claramente toma mucho menos tiempo de administración y es más barata (quienes administran activos usándola cobran menos comisión, como por ejemplo Wealth Simple, Vanguard, o Fintual).
Dos buenos activos financieros; fondos mutuos y APV
A partir de todas las respuestas a las preguntas anteriores puedes explorar distintos activos y entidades que los administran.
Un instrumento bastante versátil es el fondo mutuo, un vehículo de inversión que recauda el dinero de muchos inversionistas, y funciona para distintos plazos porque hay fondos más conservadores y otros más riesgosos.
Tiene algunos beneficios tributarios:
- Si retiras tu plata y tu ganancia es menor a 30 UTM al año, esas ganancias no pagarán impuesto a la renta (beneficio 57 LIR). Aplica a la suma de todos los retiros de fondos mutuos que hagas en un año.
- Otro beneficio es que puedes cambiarte entre fondos mutuos internamente o traspasarlos entre administradoras sin pagar impuesto por la ganancia, independiente del monto (beneficio 108 LIR).
Aunque funciona para distintos plazos, no es recomendable si lo quieres usar cuando jubiles. Es una buena alternativa, pero el APV es mejor!
El Ahorro Previsional Voluntario (APV) nació como un incentivo del Estado a ahorrar para la jubilación, entregando beneficios tributarios a quienes invierten en él.
Régimen A o B?
El APV tiene dos regímenes de ahorro: A y B. En el régimen A, el Estado entrega cada año una bonificación del 15% adicional a lo que invertiste el año anterior con un tope de 6 UTM (aprox. $320.000). O sea, solo por ahorrar, el Estado te regala un bono ¿qué mejor?
Por otra parte, en el régimen B la plata que inviertes reduce el pago de impuestos en el presente, postergándolo hasta el momento de la jubilación. Cómo se descuente, depende de la modalidad que elijas. El régimen B tiene dos modalidades: aporte directo o a través de tu empleador. Si el aporte es directo, al año siguiente el Estado calculará cuánto te debe devolver en impuestos. Si, en cambio, el aporte al APV-B es desde un descuento por planilla, ese ahorro se rebaja del sueldo antes de que pagues los impuestos, entonces el beneficio tributario lo obtienes al mismo momento de recibir tu sueldo.
Seguramente te preguntas qué régimen te conviene. Eso va a depender del nivel de ingresos que tengas. Si tus ingresos son altos, te puede convenir el APV-B porque lo que te ahorres en impuestos sería más de la bonificación que te entregaría el estado en el APV-A. También puedes tener ambos regímenes. Si tienes más dudas, en este artículo te contamos todo lo que tienes que saber sobre el APV. Y si te interesa, puedes tener o traer tu APV a Fintual.