Estoy casi segura de que alguna vez has visto una publicación o video con un título que dice:
Qué lata más grande.
Soy creyente de que a mucha gente le cuesta ahorrar porque asocian el hábito del ahorro con dejar de gastar. Como las personas gastamos en cosas que nos hacen felices, o que necesitamos, ahorrar se transforma en un "sacrificar felicidad". Qué horror.
Pienso que esa “estrategia” está mal enfocada. Es importante ahorrar, sí, pero también es importante gastar.
Te voy a contar una pequeña experiencia.
Pequeños gastos que (creo) hacen sentido
Cuando comenzó la pandemia, me puse a estudiar y todos los libros que nos pasaban eran digitales. Si quería pedirlos en la biblioteca o fotocopiarlos en la universidad, no era una posibilidad porque ambas estaban cerradas.
El problema comenzó cuando el trabajo como las clases eran online: debía pasar mínimo 10 horas al día mirando una pantalla. ¿Y si le sumamos leer o el celular? Más horas aún.
No quería gastar en una impresora. Para qué, si leyendo en el compu me ahorro el papel y además cuido la naturaleza. Y ni hablar de una Kindle, porque eran muy caras y además era otra pantalla más por mirar.
La decisión de ahorrar y no gastar me tomó la cuenta
Ya no leía para las clases porque me cansaba la vista. Después de la pega lo único que quería era salir del computador para dormir.
Guardarme esa plata por no comprar una impresora me estaba dañando, así que como quería ahorrar lo máximo posible, busqué la impresora más barata: costaba 30 mil pesos. Pero se demoraba 2 minutos por cada hoja, la tinta duraba nada y costaba carísima.
Pensé en ese tiempo de espera para un libro de 200 páginas y dije: necesito algo mejor.
Me costó al final 109 mil pesos, multifuncional y láser, envío incluido. Me dolió, perdí horas buscando la opción BBB para no gastar ese dinero, pero saber que ya no iba a mirar más mi computador fue la motivación.
Esto pasó el 2020. Recién hace un mes, en 2022, repuse el tóner (53 mil pesos). Las resmas me han costado 15 mil durante todo este tiempo.
Costo total hasta ahora: 177 mil pesos. Creo que eso es lo que vale hoy la impresora sola por la inflación.
¿Fue caro? Sí. ¿Me arrepiento de haber gastado eso y seguir gastando en ella? No. Si «hubiera ahorrado ese dinero» ni siquiera hubiera podido seguir estudiando o escribir este artículo, porque el estrés de las pantallas hubiera saturado mi salud mental.
Esa impresora, mal llamada «gasto culpa», no tan solo me hizo feliz a mí, sino que también a mi familia. Ahora la ocupan casi a diario para preparar clases o material a estudiantes.
En su minuto tampoco pensé en eso y me alegra.
No sacrifiques lo que te hace feliz
¿Te encanta tu café de la mañana? ¿Te hace feliz salir a comer a un lugar el fin de semana con tus amigos? Son cosas que yo no cambiaría por nada del mundo.
Supongo que podría ahorrar $2000 por cada café o $25000 por cada comida, pero sería bastante triste no poder disfrutarlo.
Y eso tampoco quiere decir que sea una irresponsable despilfarradora de dinero.
Ahorrar es un hábito que puedes formar. El mejor consejo que te puedo dar es que, al momento de recibir tu sueldo (o una boleta si estás freelanceando) es separar siempre una parte de tus gastos básicos, una parte de la que puedas ahorrar y el resto gastarlo sin culpa en las cosas que te hagan feliz, sin pensar en lo que digan las demás personas.
Además, ordenarse en las finanzas para gastos y ahorros tampoco toma mucho tiempo, a lo más dos horas al mes. Lo importante es que no dejes tu plata en la cuenta del banco sin invertir, ya que no crece nada y al final pierdes poder de compra por la inflación.
Lo mejor es que lo ahorres o inviertas en un lugar que te genere rentabilidad. Aunque sea algo.