El periodista le contó a Fintual que no tiene talento para los negocios, que no gana un peso con su libro que acaba de publicar y cómo es que desde chico ha estado al tanto de la economía nacional.
Esta entrevista es parte de la serie “Con dinero y sin dinero” de FINTUAL donde preguntamos a gente interesante sobre el rol que el dinero ha jugado en sus vidas. Juan Cristóbal Guarello es periodista deportivo y escritor, ha trabajado en diversos canales de televisión, radios y medios escritos como El Mercurio, Publimetro, y El Gráfico (entre otros) , donde fue director. En 2011 ganó el Premio Nacional de Periodismo Deportivo. Ha escrito dos libros: “Gente mala” (Ediciones B, 2014) y “Aldo Marín, carne de cañón” (Debate, 2018)
¿Cuál fue tu primera noción de plata cuando chico?
De chico me daban mesada, a los 7 años. Me daban un peso: me alcanzaba para diez Candy. También íbamos a la matiné del Pedro de Valdivia, que valía tres pesos la entrada. Mi papá nos daba un billete de 10 pesos a tres hermanos. Un día, la entrada subió de tres pesos a 5, y no nos alcanzó para entrar. Ahí aprendí lo que era la inflación.
O sea, desde niño te tocó entender fenómenos económicos
Es que me tocó una época de mucha inflación. Era un tema presente, entendía lo que era que subieran los precios y sabía que era porque algo no funcionaba. Además me tocó ver cuando se transformaron los escudos a pesos, el año ‘75 y que se publicaban unos carteles con los valores homologados entre pesos y escudo.
Ustedes eran cinco hermanos. Me imagino que tu papá nunca les dio mucha plata…
No no, para nada. Hubo un momento de vacas gordas, pero luego, coincidentemente con los problemas económicos del país, hubo mucho problema económico en mi casa, y la crisis del ‘82 la viví a concho. Recuerdo que cuando quebró la CRAV (Compañía de refinería de azúcar de Viña del Mar) en año ‘81, fue una señal muy mala. Se habló mucho de que algo malo iba a pasar a partir de esa quiebra.
Estabas bien enchufado. Hay gente que no está pensando nunca en finanzas.
Es que yo creo que en esa época cualquier niño que tenía tele, tenía muy presente que existía un mercado financiero. Recuerdo que había muchos comerciales de bancos: Concepción, Talca, Chileno-Israelita, Español Chile, O’ Higgins, Banco de Santiago…o sea, había por lo menos quince comerciales de bancos y de financieras, como Finansur…Y esas eran terribles: realmente hicieron cagar a la gente, porque tenían intereses muy altos. También me tocó el feriado bancario. Recuerdo que mi papá vio una cadena en la noche donde dieron esa información, y dijo: aquí va a quedar la cagada. Y así fue.
O sea, el aspecto económico del país era un tema constante e ineludible
Era inevitable. Recuerdo los cuentos de mis tías, profesoras, que decían que recibían las tareas de los niños con esperma pegada porque en la casa les tenían cortada la luz. Eso de la luz cortada, el gas cortado, de la gente que pedía comida, de las protestas, y el ajuste, el ajuste que no funciona, la cesantía al 30%, el dólar disparado, la inflación, mi abuela, que perdió todos sus ahorros por culpa de los bancos… Es decir, cuando el ministro de hacienda, Rolf Lüders, va a la cárcel, es difícil no darse cuenta de que algo malo está pasando. Tenías que vivir en marte para no darte cuenta.
De todos modos me da la sensación de que tu eras medio viejo chico.
Si bueno, yo siempre leía el diario. Primero la página deportiva y luego la de economía…Pero imagínate, era tal la crisis económica, que en Sábado Gigante, en vez de regalar el típico Fiat 147 empezaron a regalar esos autos tipo pan de molde, para que la gente los trabajara.
¿Ese ambiente de escasez o preocupación afectó tu comportamiento actual con la plata?
Lo que me provocó fue estar siempre muy atento a las señales del mercado y también me politizó mucho. Haber visto como estos huevones desmontaron un país y se lo llevaron para la casa, y después le robaron a la gente, los hicieron cagar y nunca respondieron… ¡y más encima tenemos que agradecerles! NO. Destruyeron todo el aparato público, no construyeron ningún hospital en 16 años…Y bueno, además siempre me interesó el tema de las finanzas.
¿Te interesa invertir hoy en día?
He tenido oportunidades y la he recontra-cagado. Tuve que vender un departamento apurado, y después me quise comprar otro que estaba a buen precio, pero la cagué, me peleé con el dueño. Hoy vale tres veces más. Incomprable. Y ahora casi a los 50 años, no quiero andar con crédito. Eso si, tengo un departamento en viña. Esa es mi inversión.
O sea, ¿lo arriendas?
No, en realidad es un gasto (risas), lo uso yo. Es que mira, creo que las finanzas, al igual que las letras, las matemáticas o el arte, tienen que ver con el talento. Hay gente que lo tiene y gente que no.
Es algo de buen olfato
Buen olfato, saber aprovechar las oportunidades… Mi tío me decía: “todos tienen oportunidades en la vida, hay que saber aprovecharlas”, y yo creo que las he aprovechado en otros aspectos. No en la parte financiera.
Y ¿ te hubiera gustado tener ese talento?
Sí, porque tendría un respaldo. No para ser millonario, pero para no llegar al día de la jubilación hecho mierda. Ahora, lo que sí he hecho religiosamente es cotizar. No voy a jubilar mal. Lo que sí caché es que el APV no es buen negocio. Primero, porque los huevones no te entregan la plata, ¡te la dividen! O sea, tu ahorraste una plata y después no te la devuelven. Entonces lo mejor es hacer tu propio portafolio de inversiones y tú ves cuando la sacas.
¿Crees que existe un tipo de perfil general de la gente buena para los negocios?
Yo creo que los grandes hombres de negocios no tienen ideologías, igual como el capital no tiene sexo, ni patria. El capital es el capital, se mueve indistintamente, es casi un ente. Entonces estos tipos son militantes del capital, y se preguntan ¿qué está barato? Lo compro, ya va a estar caro. Especular es su vida.
Y no pueden evitar aprovechar una oportunidad.
Exacto. Es mejor que el sexo. Una vez, cuando trabajaba en la revista Fibra, propuse hacer una nota acerca de los peores negocios de los grandes empresarios, y preguntarles a ellos. Podría haber sido muy divertido, pero no resultó porque nadie quiso hablar. Ninguno estaba dispuesto a mostrarse como perdedor. ¿Qué costaba que Angelini dijera “no, una vez me compré una viña y la cagué”.? Pero no. Ellos no fallan nunca. Y Piñera se volvió loco cuando lo llamaron, la sola idea lo espantó.
Sí. El winner no puede mostrarse vulnerable. Y la gente detesta a los winners, los poderosos.
Es que lo que hizo Piñera con el banco de Talca es francamente reprobable, los de Penta…es imposible que no te vaya bien con las privatizaciones, porque te compraste a precio huevo una empresa que ya estaba hecha. Y lo otro, es que si cada mes todos los trabajadores chilenos le entregan plata a los empresarios para que hagan negocios, y tienen ese flujo de caja infinito, es imposible que les vaya mal. Por eso, el tema de las AFP es bien interesante. Más grave que la privatización es que haya pocos jugadores, y que esos jugadores sean siete, y elegidos a dedo. Y que tú no tengas la capacidad de tu propio portafolio de inversiones. Recuerdo que me llamaron de la AFP y me preguntaron si necesitaba saber algo, y dije: si, necesito saber exactamente en qué se está usando mi plata, y me dijeron: “no puedo decirle.” ¡Eso es muy grave! ¿Cómo no eres dueño de tu plata? Incluso ¿por qué no eres dueño de tu no-jubilación? ¿Y qué tanto si te quieres comprar un cerro de cajas de detergente, por ejemplo? No eres dueño de tu plata. Y después, más encima, ¡salen estos viejos fiesteando en un yate con tu plata! Me cambié de Capital por eso.
Bueno, no necesitas preocuparte tanto porque ahora eres millonario con tu libro.
Es muy divertido. La gente que no conoce el mundo editorial, se empieza a imaginar la casa en la playa cuando les hablas de sacar un libro. Salvo Ortega, Baradit… nadie gana un peso. En los libros, el autor se lleva el 10% de la ganancia, entonces si tu vendes tu libro en 14 lucas, y vendes mil libros, te llevas 1.400.000….y tienes que vender ¡MIL! O sea, anda juntando mil personas…y si vendes diez mil libros, te llevas catorce palos. Te alcanza y te compras un auto bueno, y te queda un poco de plata, y si vendes 100.000 libros te llevas 140 palos. Pero ¡¿cien mil libros?! En chile hay, con suerte , cuatro autores que venden eso. No. Yo no vivo de los libros.