Por qué dejé mi puesto de CEO
Finalmente presenté mi renuncia. Me atreví a buscar un sueño que tenía desde hace meses: emprender y cambiar mi vida.
Cuando estaba en la universidad siempre me vi trabajando en una Casa de Bolsa siendo el CEO. Invertir en altos patrimonios, tener un carro deportivo, usar buenos trajes y vivir al estilo Wall Street. Avanzando en la jerarquía bursátil parecía que iba por buen camino.
Una tarde en una junta, conocí a una Fintech que decían que cambiarían el mundo financiero. Todo su discurso me hacía sentido. Salí a investigar todo lo que pude de su mundo. Conforme iba leyendo me gustaba más y más.
Por primera vez veía soluciones reales a problemas reales. El mundo estaba cambiando. Las finanzas se transformarían sin importar si los grupos financieros pusieran resistencia.
Poco a poco fui entendiendo que estaba trabajando del lado del jugador débil, no porque aquí no tuvieran recursos, o suficiente gente talentosa, sino porque no estaba en su ADN este tipo de cambios. Se tardarían en procesarlos y darían muchos pasos en falso antes de tomar el camino correcto.
A todo esto, me quedaba claro que el problema no era de una empresa en concreto, sino de toda una industria que como dinosaurio frente a un meteorito le cuesta moverse, adaptarse y afrontar la nueva realidad.
Al mismo tiempo me di cuenta de que había una oportunidad enorme en un nuevo modelo de finanzas y que tarde o temprano la industria iría moviéndose para adoptarla. Hice planes. Lo medité y renuncié.
Cambié una cómoda oficina en una de las mejores avenidas de Ciudad de México por un coworking horrible. Dejé mi carro estacionado en casa para hacer caminatas largas y reflexivas. Adopté un perro, con intención de que me acompañara a la oficina, y decidí que no trabajaría en nada que no me divirtiera o me llenara de motivación.
Coincidí con cuatro chilenos que estaban cambiando la forma de invertir en su país. No sabía mucho de ellos, pero me sentí cómodo y en confianza desde el primer momento. Compartimos sueños y objetivos, siempre hablando claro y sin tapujos.
Queremos cambiar las inversiones en América Latina, y así fue como nació Fintual México.
Ahora que lo he vivido, puedo afirmar que el Fintech no es sólo la unión de palabras: tecnología y finanzas. Es una cultura, una forma de vida, un cambio de estructura mental. No es solo dejar de usar traje, ni ser cool por ser alternativo, es hacer mejor las cosas.
Es ofrecer el servicio que yo quisiera recibir. Desde el no aprovecharse del cliente en cada transacción, cómo ofrecer respuestas para la gente y no para tu institución. Saber que uno está cambiando la forma en que el público se relaciona con sus inversiones, cómo esa persona deja de verlas como un proceso lejano y complicado, para verlo como soluciones en su vida.
Todo lo anterior se dice sencillo, pero hacerlo implica cambios aún más profundos. Implica nuevas formas de hacer equipos y la cultura de los mismos. Tener siempre a los mejores para cada posición, y que cada uno de ellos ame cambiar cómo la gente se relaciona con sus inversiones.
El desafío es grande, pero estamos dispuestos a aceptarlo.